En primera instancia: cerrar los ojos y volar.
De vez en vez, abro una página del libro aquél.
Y ahí estás, tan oscuro, casi transparente.
De vez en vez, llega entre las notas de los árboles una que dice: "qué tal te va?".
Sonrío y comienzo a creer que estás bien.
(Quién fuera Jacques Cousteau...)