"Extranjeros: ésta es mi Patria. Aquí nací, y aquí viven mis sueños..."
Espera el viento norte. Un feroz aliento que la arranque de tajo. De aquí.
Mudo testigo de la gravedad,
rostro ofrendado de nuevo a la tierra,
a cada paso con más devoción,
arándola...
Camina firme, sin rumbo, con el sueño puesto allá en lo alto.
Perecedera, estacionaria.
Cada mirada, las parejas que habrán hecho el amor, las que no, los que acaban de robar, todo pasa por el tamiz de sus ojos abismales.
Caer en ellos es renacer,
jugando a ser alguien más,
mejor o peor,
pero siempre diferente.
Su imagen debilucha, ajada, casi transparente, arremete contra la multitud. Y cuando sucede la maravillosa sinfonía del silencio, se alcanza a oir un quedo, muy quedo batir de alas.
Mujer que ríe entre lágrimas
muertas antes de nacer.
Mujer que teje el nido,
amorosa, incansable, loca.
Guerrera ancestral de decadente sensualidad.
¡Ay, mujer pájaro, cuándo podremos volar!