Y trino...

mayo 26, 2008

Punto

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

Del punto. Partir del punto en cualquiera de sus modalidades (aparte, final, y coma, y seguido, suspensivo).

Recuerdo a Diego ahora que escribo esto. Sus dos puntos, con esos diálogos tan maravillosos…eran buenos tiempos, indudablemente. Era el tiempo de enredarse en las letras, mientras se leía, mientras se escribía. Lógicamente, también mientras se vivía.

A veces siento que las palabras se acabaron, que las pocas disponibles para domesticar, se las están tragando a borbotones los otros, los demás que no soy. Recuerdo entonces a Octavio, y su poema tan grabado en mí –con esa particular forma que tengo de recordar- cuando en un acto de coraje parece gritar: ‘chillen putas’.

Las mías encontraron nuevos horizontes. Se han ido en pequeñitas barcas, navegando por sensaciones y estremecimientos de un nuevo capítulo cerrado, o en proceso de inexorable destierro. Algunas más aventuradas, se colgaron del pretexto de tus ojos o el recuerdo de tu voz, y entonces ya no fueron mis putas sino las tuyas.

Se cansaron de la volubilidad y la rutina. Pobrecitas, las comprendo: es tan feo sentirse aplastado por el paso de los días…
Acá es de noche-mañana y la no lluvia se está colando por los orificios de la elocuencia.
Ha sido un día largo. Lo ensancharon mis pasos cada vez más lejanos, a veces presurosos, a veces insurrectos, a veces indomables.

Vengo huyendo.

Dibujo inanimado, canción internándose hasta el tuétano.

Busco un rincón, el último.
Para asirme con fuerza de mi tierra, acorazar los miedos. Mostrarme transversal e invertida, resistiendo.

Una vez más.
Encuentro el punto y vuelvo a empezar.