[Pero yaces ahí, fragmento. Efraín Bartolomé]
Pienso.
Sé que en algún lugar está.
El tiempo es un señor respetable
-no es mi objeto de culto-
que parte en dos mi soledad.
Una, púrpura y amable
que comparto con vos
a la noche, al amanecer
en el silencio.
La otra, la peor
se aparece cuando das la vuelta,
me asalta
y me vence.
Vuelvo a pensar.
"¿Qué demonios me hace falta?"
Sonrío,
le guiño un ojo a esa puta,
le doy la mano,
las buenas noches
y nos vamos a dormir.
Su firma es la mejor de mis sonrisas.
Y una pregunta más:
"¿Y por qué no?"