-Y bien, dígame cuál es el problema? -
Su pregunta me ofendió. Qué clase de estúpida me creía? Supuso que soy una antisocial, frenética, bipolar? O tal vez que estoy tan sola, que necesito pagar para que me escuchen.
-Para mí es normal, estrictamente no veo ningún problema por acá-, dije con aire retador. Me resistí muchos años a venir, justo por esos clichés de película norteamericana.
-Bueno, entonces dígame, por qué quiso hablar conmigo? -
(el aire me enerva la espalda, respiro profundo)
- Soy una aprendiz de bruja y quiero aprender a leer mi destino -, dije socarronamente. El silencio y la polaridad de su rostro me hicieron callar.
Le conté de mis poemas enterrados en una jardinera para conservarlos, de mis innumerables compañeras de cuerpos esbeltos, senos en flor, y mi figura de prominencias vergonzosas.
-Mamá siempre ha presumido de ser delgada, pero si no fuera por ella, no tendría estos alerones por cadera- continúe, y alcancé a advertir su mirada de comprobación.
-Ha sentido rechazo de su madre por no ser delgada?- resbaló por primera vez.
Recordé lo miserable que se volvió la vida de mi madre después de abandonar el trabajo por cuidarme. No había remuneración equitativa, caramba!
-Siempre suelta su "desde tu accidente dejé de trabajar, dejé catorce años de antigüedad tirados...". Quizá no se da cuenta de que me lastima cada vez que lo usa como muletilla para hablar de su desgracia...- corté la declaración; en realidad, creo que sabía que lo hacía y lo usaba con la intención de amarrarme a ella en agradecimiento.
-Alguna vez le ha hablado de esto a su madre?-
-Habla en serio? Debería traérsela un día, seguro le da trabajo para rato...y no, no se lo he dicho a nadie, quizá a mi padre...
-Su padre...ahora que lo menciona, cómo es su relación? -
Pensé en gastarle una broma, pero me abstuve al ver el reloj. Treintaicinco minutos habían pasado ya.
-Mi madre dice que somos igualitos...mudotes, bravos, encerrados, cae mal. Todo lo contrario a ella y mi hermano, que se parecen tanto, y que pasan horas platicando de sus cosas- hice una pausa y luego saqué un cigarro de la bolsa. No se podía fumar pero me acercó fuego; intentaba ganarse mi confianza.
-...antes de que pregunte por mi relación con él, le adelanto que no es buena. Sí, parece que sólo me llevo bien con mi sombra, pero es lo que hay...-
-No hable por mí. Iba a preguntar por qué fuma-
-Puedo terminar de contarle de mi padre y mi hermano? Pues bien, amo a mi padre, tanto como a mi madre; la diferencia estriba en su manera de relacionarse conmigo: mientras mi madre se empeña en que sea igual que ella de "lengua fácil", a mi padre parece darle igual si hablo, si lloro, si me muevo...Podemos pasar horas en la misma habitación sin cruzar palabra. Y sí, viéndolo bien soy igual a mi padre...con la diferencia de que estoy más o menos al pendiente de mi madre-
En este punto preferí parar, no me sentía con el derecho de hablar sobre problemas que no eran míos. Y continué con Jairo.
-Mi hermano ha sido un cabronazo desde la secundaria! Me enteré por casualidad, cuando su mejor amiga escupió la lista de sus amoríos al calor de las copas, cuando aún solíamos llevarnos bien y hablar de nuestras inquietudes y problemas, cuando aún no era presa del mimetismo- me interceptó...
-A qué se refiere con "mimetismo"? En este contexto -
Supe que no había vuelta atrás.
-Cuando estaba (yo) en la prepa y él en la universidad, dejamos de pelear por tonterías y comenzamos a ser más cómplices. En algunas ocasiones me usaba de carnada para que mamá lo dejara sacar el coche, o yo a él, para que me dejaran ir al antro. Tuvimos unos años maravillosos; siempre le adivinaba las novias, hasta que mi conocimiento de su comportamiento me llevó a concluir que se iba a casar...ella especialmente entró en juego de una manera desafortunada: sospecho que mi hermano engañó a su anterior novia con ella hasta el punto de cambiar a una por la otra. No lo he podido comprobar...-
Los gestos del hombrecito iban entre asombro, recelo e interés. Casi no lo dejaba hablar, sentí como si me hubieran liberado y no podía parar de vomitar todo aquello.
-...pero volviendo al punto, creo que poco a poco se ha ido 'acoplando' al estilo de vida y al carácter de su esposa. Pobrecillo... A veces siento pena por él, cuando despotrica en la casa contra su esposa pero viaja seis horas sólo para ir a traerlos del lugar de sus vacaciones... Caray, doctor, a veces siento que quiero ser como mi cuñada! Una auténtica domadora... -
Y lo vuelvo a pensar, y en acto reflejo niego con la cabeza. No creo que ese sea el tipo de inteligencia que mantenga a una pareja unida.
-Siento en sus palabras mucho reproche, por qué les guarda rencor? -. Segundo error, Mr Freud.
-No les guardo rencor, los amo. Pero sí les reprocho que me hayan dejado sola. Mi hermano y mi padre. Ahí, con mi madre, que parece mi enemiga a veces por jornadas largas- suspiro, creo que la tensión se va disolviendo. Mi cuerpo es ahora una gelatina.
-De tal manera que cree que la dejaron "sola con el paquete"...-
-Dicho de una manera cordial. Hubiese dicho que se están haciendo pijijis olímpicamente con sus responsabilidades...ni soy la única hija, ni decidí casarme con aquella mujer obsesionada con las buenas costumbres -. Así describí a mi madre, para no decir "esa señora que presume de realeza, y tiende a la perfección.
Un hueco en el estómago me obligó a encorvar la espalda y subir las piernas al sillón. Iba sintiéndome liberada.
-Pero la quiero, le agradezco sus enseñanzas, la formación en valores y su empeño en mi educación escolar. Aunque quizá sí tenga algo que reprocharle: su constante irrupción en mi vida, en mis cosas, en mi cuarto; tal parece que no entiende la privacidad en una casa (menos mal que no ha quitado las puertas de las recámaras)-
Mira a la ventana; algún demonio se le escapó. Sus ojos brincan al ver el reloj, llevamos tres horas en esto. Decide terminar.
-Su caso requiere un seguimiento más puntual; tendrá que regresar otro día, pero qué tal que le pongo tarea, quiere?- su interés asoma en las manos entrelazadas, asiento con la cabeza - La próxima vez que venga, traiga una lista de las cosas que más extraña de su entorno familiar, y otra con 15 cosas que le gustaría hacer, de baja y mediana intensidad. Intentaremos que las vaya realizando con el pasar de la terapia -.
Interpreto estas líneas como un "te entiendo, nos volveremos a ver" y ya las piernas me empujan a besarlo en la mejilla. Me ruborizo, luego intento explicar. No se ha enfadado.
Bajo las escaleras y tengo la sensación de que alguien me espera para cenar, en un apartamento lleno de las cosas que más amo: libros, discos y un confortable sillón.
Apresuro el paso, doy dos brinquitos y pongo la lista de reproducción.
Escribo en Twitter "te amo, lo sé con certeza". Y una tarea en el calendario del móvil: Martes 20, "qué carajos quiero hacer con mi vida y por qué me lo prohíben".