Y trino...

septiembre 30, 2009

Mostro I

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.


Y me siento en esta ciudad como en cualquier otra: deshabitada, muñeca de cartón plegadizo y moldeable.Un animal silvestre no debería conocer la civilización ni en sueños jamás. Tanto contacto con lo serial nos vuelve predecibles.

septiembre 12, 2009

Todosepuede Land

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

'¿Qué fue que nos unió en un mismo vuelo? Los mismos anhelos, tal vez...la misma cruz [...] Yo sólo quiero que sepas: no estoy aquí de visita [...]'

Vamos de extremos opuestos hacia el umbral de confort,

del norte hacia el sur, de tu mano a mi espalda,

de mi almohada a nuestros sueños.

Siento en la cara el vientecillo de tus trenes,

lucha ancestral que va [está] forjando futuro.

Vuelo tus aviones de niño, peinas mis muñecas de listón.

Tenemos la seriedad en sobres de 5 gramos, resguardada bajo llave

con una nota en letras rojas: úsese en dósis espaciadas y estrictamente necesarias.

Se sirven las cosquillas en la cama, religiosamente antes de dormir;

se construyen barquitos-heraldos entre mi molestia y tus disculpas;

se destraban lenguas, se surcen entrecejos desgastados,

se saldan cuentas de tiempo malgastado.

Aperturamos cuentas de deseos arraigados,

damos el servicio de paquetería vía 'dreams come true'.

Brindamos servicio a la comunidad:

actualmente, se prepara el acervo 'mispa.páses.tánlo.cos' para los próximos habitantes.

Pase, traiga botella de vino en mano y una sonrisa bien puesta.

Nos reservamos derecho de admisión.

['Y no hace falta decirte que ya perdí la cordura, que ya colgué mi armadura en tu portal']

(Fusion, Jorge Drexler)

septiembre 08, 2009

Del desierto que somos...

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

'What is that noise?'

The wind under the door

'What is that noise now? What is the wind doing?'

Nothing again nothing

'You know nothing? Do you see nothing? Do you remember nothing?'

I remember

Those are pearls that were his eyes.

Are you alive, or not? Is there nothing in your head?'

[Fragmento /A game of chess. The waste land. T.S. Elliot]

agosto 04, 2009

Delete (Just let it go)

En primera instancia: se llama 'Delete', es mío y tengo la satisfacción de haber recibido buenas críticas, incluso de mis enemistades.


Él, un tipo corriente. Ella, una descarada.
El planeta está poblado de seres como estos: azarosos, fácilmente olvidables, transparentes.

A ella le parece entretenido sentarse en el balcón a ver caer la tarde, mientras sorbe de la taza de café un poco de olvido. No lo hace por despecho, es un defecto de su malparido corazón. Su vida está llena de pasajes sin fecha ni nombre, ni detalles rigurosos de los sueños que abrazó.

La madrugada es el pretexto perfecto para salir a violar la ciudad. Él es cazador de fugaces silencios en medio de la oscuridad, el quijote de los reverberamientos áureos al despuntar el sol.

Alguna vez quisieron encontrarse. Café, ajo y pan.
Husmearon en ventanas trashumantes, de niños con leche tibia y diarios a la mesa.
Probaron a qué sabía la vida en común.
Trazaron paralelas en tiempo y espacio: su imposibilidad para compartir fue infranqueable.

Pronto vinieron a su encuentro noticias del otro, buscándose en la figura del opuesto.
Vagabundos, errantes, solitarios, individuos.
Curiosa especie surgida de la nada y con dirección a la nada.

Intrascendentes.
Llenos de ausencia, lamento y alcohol.
Sumarse equivalía a multiplicarse.
Uno y uno fue siempre cero.

julio 16, 2009

Cuéntame uno de los tuyos

Uno, al oído por favor...
Desde niña mis padres se preocuparon por dotarme de enseñanzas que, a la postre, me definieran como persona. No recuerdo haber batallado mucho con la lectura, porque me gustaba sentarme afuera del salón a hacer los exámenes de comprensión, a la sombra de los grandes laureles, para poner atención a los dibujitos con que venían acompañadas las lecciones.

Conforme crecía, los tipos de lectura que realizaba iban cambiando: lo mismo podía leer una revista ‘Época’ de la colección de mi padre, que leer una ‘Tú’ de la mía. Comencé a incursionar en los clásicos a través de la materia de lectura y redacción que impartían en la prepa. Recuerdo a mi profesor, un hombre maduro, alto y con una frustración muy grande marcada en la cara. Pocos dábamos al clavo en los análisis de las lecturas y alguna que otra vez lográbamos robarle una sonrisa. Le gustaba su trabajo, tanto que hace algunos meses, cuando regresé a la preparatoria por un trámite, lo encontré sentado en el escritorio del director. Tantos desencantos rindieron fruto.

Luego, ya con algunos libros en mi haber, comencé a escribir. Un tanto por gusto, otro tanto por obligación: estudiar periodismo me había reportado un montón de guiones y crónicas por hacer. Encausé entonces mi escritura hacia la catarsis de los problemas propios de un universitario: la incomprensión, los enamoramientos, las borracheras.
Un buen día, jugando a hacer una adaptación libre de ‘El sastrecillo valiente’, encontré un paraíso de gente que, como yo, tenía entre sus aficiones escribir.

Jugaba a escribir cuentos chistosos, poesía mal costurada, ficción previsible y diarios de princesas descontentas. Paseaba los ojos con avidez sobre las letras de otras personas que parecían tener más nociones que yo en esto del planteamiento, desarrollo y clímax de una historia.

Un día encontré en los linderos a un niño disfrazado de oficinista con un especial don para escribir cuentos maravillosos a partir de notas del periódico. Me senté a su lado silenciosamente, alcé la vista por encima de su hombro para ver cómo esbozaba su siguiente historia y apenas conseguí leer el título: látex. Pronto se dio cuenta de que lo espiaba y guardó un poco de distancia, receloso de su próximo texto.

Comenzamos por intercambiar comentarios sobre lo que escribíamos, luego dimos paso a una presentación más formal y terminamos el encuentro estrechando la mano, como dos viejos conocidos. En adelante, nos veríamos siempre en el mismo lugar ya para leer en voz alta o para tomar café y disfrutar de una partida de dominó.

Su perspectiva de las cosas era muy madura; me sorprendió su habilidad para contar cuentos en tres o cuatro entregas, y para dotar de una increíble vitalidad a sus personajes, llenos siempre de características muy terrenas.

Al paso del tiempo, comenzamos a abordar temas más personales: casa, amigos, aspiraciones…creo que nos hicimos buenos amigos. Descubrí entonces que detrás de sus ojos verde oscuro había un niño que lamentaba no poder salir a jugar por temor a ser descalificado por la élite de los adultos; me asombré de su enorme talento para conocer la música y retener nombres y fechas de entre un montón de datos curiosos que luchaban en su memoria. Decidí que a partir de ese momento, anclaría junto a él para aprender un poquito más y provocarle una sonrisa de vez en cuando.


He procurado hacerlo sonreír, sobarle el alma cuando se siente desfallecer, calentarle los sueños a la hora de dormir y dibujarle un cuadro de familia donde quepan los acetatos, la guerra de las galaxias, las bellas artes, mucho rock del bueno, vinos, carcajadas y domingos de película. Estoy declarándole el amor en nombre de la guerra de mi cuerpo y su calor bajo el mismo techo.

julio 07, 2009

Punto y coma

'Mi tibio rincón, mi mejor canción,
mi leña, mi hogar, mi hilar, mi nobleza
mi fuente, mi sed,
mi barco, mi red...'

De pequeños nos hacemos de palabras.
Hay quien las utiliza para desarrollar ideas;
otros, prefieren cortar de tajo una frase ajena
(y también ha sido demostrada su efectividad).

Las palabras pueden ser útiles e inútiles;
lo primero, cuando disuaden, persuaden o invaden;
lo segundo, cuando se tiran a los oídos del silencio.

Dicen los que saben -porque si no lo supieran no podrían decirlo-
que son eficaces remedios naturales contra el hastío.
Hay quienes hacen oficio de ellas:
unos, las encierran en jaulas modernas del entretenimiento
(llamadas también 'sopa de letras');
otros, las maquillan y les hablan quedito al oído
(para llevarlas a bailar a un poema).
Incluso, tristemente, se les desperdicia junto con las horas
(y entonces, considero, tenemos una catástrofe mundial).

Hay quienes, por último, como yo, prefieren contenerlas para una mejor ocasión
('válvula de escape' le llaman).

mayo 12, 2009

Lo que tengo

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

¿Qué tienes?
Tengo un montón de cosas:
Un miedo terrible,
Decenas de aretes,
Una almohada –detestable testigo de mi estado civil-,
Dos sueños,
Un par de árboles sembrados en algún lado,
La colección de mini libros de arte incompleta,
Un radio-reloj extraterrestre,
Una pila de compactos,
La mejor de las camas rechinantes,
Un buen número de zapatos,
Tres bolsos, dos ‘glosses’,
La manía de quedarme callada,
El vicio de fumar con los ojos casi cerrados,
Muchos asuntos pendientes
Y un colchón con maña.
Pero, sobre todo, tengo el temor latente a cada píldora,
Una monstruosidad callada y consciente
De estar dejando ir esa oportunidad…

Por eso cuando preguntas, respondo ‘nada’.
Y lloro para adentro, con la sonrisa melancólicamente puesta.
Sólo quiero un abrazo y despertar el día en que no vuelva a ver más su rosada superficie.

mayo 08, 2009

Vamos a guardar este día...

Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,
Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.
Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.
La atmósfera pesada

de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote.
Todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos.
Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad.
Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué.
Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello.
Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.

- Jaime Sabines -

abril 24, 2009

Pájaro (Intermezzo)

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

"...cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa"
[Nube negra, Joaquín Sabina]

Un parque, la sombra de un árbol y tú.
Criatura conmovida de mirada incierta;
tus piernas están amarradas por esos brazos traicioneros,
con alevosía del sueño volátil de estar siempre más allá.

Yaces enmedio de dos universos tan maravillosos como diferentes:
el primero, de gigantes cíclopes cuya única visión es lo cotidiano;
el otro, de una inmutable ternura, diminuto y murmullante.
Se mueve todo, la vida a golpe de sí misma es movimiento.

Dime, mujer pájaro, ¿qué nueva mano lastró tus alas?
¿qué contrato inusual estás cumpliendo?
¿qué leyes contra natura obedeces?

¿Por qué, mujer pájaro, siendo un fantasmal milagro prefieres maquillarte de común especie descuidada?

¡¿Hasta cuándo el viento será un niño caprichoso?!


**Colofón**
Hoy en verdad necesitaba estar cargada de razones,
para no echar a volar la mente, y dejar espacio a mis viejas amigas
llenas de interrogantes.
Hoy simplemente necesitaba ser la niña de tus ojos, y un abrazo.
[Sencillamente]

Pájaro (Introducción)

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

"Extranjeros: ésta es mi Patria. Aquí nací, y aquí viven mis sueños..."

Espera el viento norte. Un feroz aliento que la arranque de tajo. De aquí.

Mudo testigo de la gravedad,

rostro ofrendado de nuevo a la tierra,

a cada paso con más devoción,

arándola...

Camina firme, sin rumbo, con el sueño puesto allá en lo alto.

Perecedera, estacionaria.

Cada mirada, las parejas que habrán hecho el amor, las que no, los que acaban de robar, todo pasa por el tamiz de sus ojos abismales.

Caer en ellos es renacer,

jugando a ser alguien más,

mejor o peor,

pero siempre diferente.

Su imagen debilucha, ajada, casi transparente, arremete contra la multitud. Y cuando sucede la maravillosa sinfonía del silencio, se alcanza a oir un quedo, muy quedo batir de alas.

Mujer que ríe entre lágrimas

muertas antes de nacer.

Mujer que teje el nido,

amorosa, incansable, loca.

Guerrera ancestral de decadente sensualidad.

¡Ay, mujer pájaro, cuándo podremos volar!

abril 23, 2009

* * *

"...Pero habrá que decírselo al frío y a mis manos
al perro y al silencio
Porque de otra manera
tanta felicidad me va a estallar adentro"

[Como una lenta piedra, Efraín Bartolomé]

abril 14, 2009

La noche nuestra interminable

NOTA: A mis estimados lectores, una disculpa por la aridez de letras. Estaremos de vuelta enseguida. Por ahora, les comparto mis afinidades.


Mis paginitas, ángel de mi guarda,
fe de las niñeras antiquísimas,
no pueden,
no hacen peso en la balanza
contra el horror tan denso de este mundo.
Cuántos desastres ya he sobrevivido,
cuántos amigos muertos, cuánto dolor
en las noches profundas de la tortura.

Y yo qué hago y yo qué puedo hacer.
Me duele tanto el sufrimiento de otros,
y apenas
intento conjurarlo por un segundo con estas hojitas
que no leerán los aludidos, los muertos ni los pobres
ni tampoco la muchacha martirizada.
Cuál Dios podría mostrarse indiferente a esta explosión,
a esta invasión del infierno.
Y en dónde yace la esperanza,
de dóndeva a levantarse el día que sepulte
la noche nuestra interminable doliendo.

- José Emilio Pacheco -

marzo 18, 2009

Just be quiet

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

Despierto con la tristeza haciéndome cosquillas en los gestos. La sinfonía de los árboles en invierno es un excelente soundtrack para mis días 'inside'.

Bebo con poca certidumbre una taza de café.

Me receto mantener los ojos cerrados, respirar lo menos posible y salir con el disfraz de sonámbulo a vagar por las calles; ignorar el rápido devenir de las horas, olvidando a propósito mi viejo reloj de arena en el sofá.

He tenido pocas certidumbres en la vida, y ninguna me ha oprimido el pecho como ésta que ahora me devuelve al filo desgarrador de la pluma y el papel.

[Rewind a mi time-code. Cero absoluto y escribo mi sentencia...]

"Tu cabello huele a golondrinas en vuelo, Alondra.

Y mis ojos se llenan de la humedad del viento que van dejando".

febrero 16, 2009

No more questions (Soledá)

¿Qué torpe eternidad estoy buscando?

[Pero yaces ahí, fragmento. Efraín Bartolomé]

Pienso.

Sé que en algún lugar está.

El tiempo es un señor respetable

-no es mi objeto de culto-

que parte en dos mi soledad.

Una, púrpura y amable

que comparto con vos

a la noche, al amanecer

en el silencio.

La otra, la peor

se aparece cuando das la vuelta,

me asalta

y me vence.

Vuelvo a pensar.

"¿Qué demonios me hace falta?"

Sonrío,

le guiño un ojo a esa puta,

le doy la mano,

las buenas noches

y nos vamos a dormir.

Su firma es la mejor de mis sonrisas.

Y una pregunta más:

"¿Y por qué no?"

febrero 09, 2009

Quemar las naves

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

¿Quemar las naves?

Es como cortarse las alas,

como sacarse los ojos cuando el arcoiris apenas asoma,

y quizá, como decir '¡basta!' en plena celebración.

Para quemar las naves, señor, es preciso haberse relamido alguna vez los bigotes en el sabor de la victoria; cantar arias a plena luz desde el plexo solar, melodías atoradas en la lengua.

Se me ocurre que también es preciso saber a qué atenerse, haber probado la libertad y tener la seguridad de estar parado en el lugar preciso, a la hora precisa y con la gente idónea...

Lo supongo, porque hasta ahora no he tomado la decisión de quemar las naves.

Ni tengo fósforos, ni alas débiles, ni la intención.

¿Qué hay de usted? Trampolín, sensei, viento.

¿Qué me dice usted de 'quemar las naves'?

enero 25, 2009

Cierta.mente


Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...

Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía.


[Apunte callejero, fragmento. Oliverio Girondo]
Es completamente cierto. Usted nunca se equivoca, y yo no miento.
(Salvo las ocasiones en que era necesario sacrificar un poco de fidelidad por conseguir un poco de orden).
No le voy a mentir porque no vale la pena. Hay cosas que es improcedente ocultar.
Por ahí, en un diccionario muy peculiar, leí la siguiente definición de cobarde: 'dícese del que piensa con las piernas'. Creo, sin embargo, que es preciso hacer un apunte a tal aseveración -que me parece ingeniosa por demás-. Reconsiderar no es acobardarse; recordar y componer el camino, tampoco. Hace algún tiempo que he venido esperando esas letras suyas. Es usted muy predecible, sabía?
No, no tengo nada que ocultar. Creo que he tomado una buena decisión.
Considero que no caben las explicaciones: se explica aquello que está fuera de la lógica.
Lo mío está muy dentro de ella. Lo sucedido me sacudió e hizo que recordara la máxima de serme fiel. Uno es perfectamente capaz de equivocarse -lo sabe muy bien-, y si se comete una infidelidad, no hay problema: la palabra lo deja muy claro. Uno es uno. Los demás son meras consideraciones.
Sí, lo sé. Tanto lo sé, que lo he dejado claro a quien merecía saberlo.
El ser humano es tan maravilloso, que tiene el privilegio de escoger.
Hice una elección y creo que no me equivoqué.
Y si ha sido así, que hable el tiempo. Es el único juez autorizado para dictar sentencias de tamaña magnitud.
No se preocupe, ni se ocupe.
Olvide, está en su derecho.
Usted disculpará pero esta vez no comparto su visión.
Gracias infinitas. Y que le vaya bien.

enero 21, 2009

Poderá convidar-me?

En primera instancia: ¿me invitas algo?

mai-vous m'inviter?


maggio vi invitiamo me?


may you invite me?


Un café, un abrazo cálido, no sé.


Te los pongo al mismo costo, con nombre, firma y dirección.


En verdad, lo digo en época de crisis, me basta con verte llegar.


Entonces, ¿qué me vas a invitar?



[P.D: He escuchado decir que el portugués es un idioma muy sensual. Habrá que intentar...]

enero 17, 2009

Alone

[En primera instancia: cerrar los ojos y volar.]

'Niña, no olvides sonreír que mañana empiezas a vivir...'

No buscaré bajo el pecho de mi gorrión sonriente
la letra gris que dictaba tu nombre,
ni dejaré para mañana lo que no puedo hacer hoy.
[Hace tiempo que sueño que te olvido]

Pasaré la noche escuchando a mi voluntad mientras dormita.
Debo comenzar a hacer mis sueños realidad.
Ven y camina conmigo.
Por favor.

[I'm just watching the weels...you are right here]

enero 10, 2009

La caminera

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.
Vamos a volar y es de hombres formales despedirse y agradecer las atenciones.
Sirvan estos versos para los efectos tales.


¡Oh mis fantasmas! ¡Oh mis queridos espectros!
La noche ha dejado noche en mis cabellos
¿En dónde estuve? ¿Por dónde he andado?
¿Pero era ausencia aquélla o era mayor presencia?

Cuando las piedras oyen mi paso
Sienten una ternura que les ensancha el alma
Se hacen señas furtivas y hablan bajo:
Allí se acerca el buen amigo
El hombre de las distancias
Que viene fatigado de tanta muerte al hombro
De tanta vida en el pecho
Y busca donde pasar la noche

[HUIDOBRO, Vicente. El paso del retorno. Fragmento]

Tal cual, iré buscando un recodo de la vida donde sentarme a mirar la noche.
Mandaré postales vía chispazo en la memoria.



enero 08, 2009

Bitácora de vuelo

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

De a poco aprendí que volar es una actividad pocas veces compartida.

He volado de muchas formas, en cada recuerdo, a cada instante.

Me paseaba con anchas sonrisas cuando compartía cada jornada con ellas en la universidad;

con él, cuando vagamos por los estantes llenos de libros o las madrugadas de ocio.

(Alguna vez invité al viaje a la soledad, con sus ojos redondos y acuosos)

Muchas veces hicimos aterrizajes forzosos, accidentados, confusos...todos se han contado como uno más, aunque no hayan llegado a su destino.

También sucedía que me cansara de volar,

y entonces alguien más tomaba el mando y cargaba con mis alas cansadas.

(Saben que desde lo más profundo les agradezco).

Por ellos, por ustedes y los que se unirán es que ahora tomo aire, fijo la mirada y lo vuelvo a intentar.

Ahora en diferente latitud.

Quizá el mismo rostro, el mismo ánimo de tranquilidad

pero nunca, ni echando la vista atrás, con el mismo plumaje.

He de tomar entonces una frase que he visto por ahí -y que me perdone el autor la falta de crédito-: 'No te reconocí, es que he cambiado tanto...'.

[Preparándose para abordar]