Y trino...

febrero 08, 2013

La princesa y el dragón

En primera instancia: cerrar los ojos y volar.

Ha sido difícil reconocerlo y aceptarte en mi vida para siempre.
Ya sabes que uno se promete poner miles de obstáculos y pretextos elaborados para reservarse el derecho de admisión. Y sucede que siempre terminas rompiendo tus propias reglas.

He tratado de no hacer lo que no quisiera que me hicieran.
Si te preguntan, salgo perdiendo; soy una roca incapaz de sangrar.
Las razones por las que tu caso es muy peculiar son claras, y no vale acá enlistar tus defectos o ausencia de virtudes. También soy un caldero de defectos, con pocas virtudes ajenas, con muchas oportunidades propias.

Pero estás aquí, aferrado a mi timón, y aplaudo tu enorme hígado y noble corazón.
Sólo no pierdas de vista que a la emoción sobreviene la tranquilidad, y que los caballos que empujan tu vida en un destino inexorable que compartir con la mía habrán de lastimarse las patas un día, que el ritmo de avance disminuirá y habrá que equilibrar lo suficiente como para seguir avanzando hasta llegar a la meta.

Es decir, que mientras tú princesa y yo dragón, las cosas marcharán.

P.D: corre y busca donde escuchar, que suena la mejor canción del soundtrack (Princesa y el dragón, La Gusana Ciega).