Un parque, la sombra de un árbol y tú.
Criatura conmovida de mirada incierta;
tus piernas están amarradas por esos brazos traicioneros,
con alevosía del sueño volátil de estar siempre más allá.
Yaces enmedio de dos universos tan maravillosos como diferentes:
el primero, de gigantes cíclopes cuya única visión es lo cotidiano;
el otro, de una inmutable ternura, diminuto y murmullante.
Se mueve todo, la vida a golpe de sí misma es movimiento.
Dime, mujer pájaro, ¿qué nueva mano lastró tus alas?
¿qué contrato inusual estás cumpliendo?
¿qué leyes contra natura obedeces?
¿Por qué, mujer pájaro, siendo un fantasmal milagro prefieres maquillarte de común especie descuidada?
¡¿Hasta cuándo el viento será un niño caprichoso?!